Cala Historia
¡Hola! Soy Mora y les quiero contar un poco de nuestra historia.
Siempre fui una apasionada de la joyería y los accesorios, pasé por varios intentos y trabajos
que de alguna u otra manera, marcaban este camino. En el año 2019 me puse a investigar cómo estudiar joyería, pero en este momento nadie enseñaba a distancia, era impensado que algo manual pudiera enseñarse por una pantalla... meses después, en las primeras semanas de pandemia se abrieron todas las opciones y ahí mi oportunidad.
El mundo puertas afueras era un caos, incierto y mucho miedo.
Mi familia y yo, puertas adentro transitábamos el embarazo de Agustín en calma mientras yo semana a semana me metía en este maravilloso universo de la mano de Laura Saud quien me enseño todo lo que se. Siempre supe que cuando pudiera estudiar iba a enamorarme por completo y no me equivoque. Con la llegada de Coco todo se detuvo y Cala quedó en un rincón como quien retrocede para tomar impulso.
Finalmente llegó el día, volví a encender la luz del taller y me senté a imaginar todo esto que hoy se materializa a pasos firmes. La primera fue Mila, que logró darle forma a todas las ideas que tenía del packagin, de la estética, lo que quiera decir sin decir. Ella es sin dudas la mejor para eso. Creo firmemente que su aparición en mi vida fue un regalo. Más allá de su talento, puso todo su amor y magia en Cala. Al punto de escribirle en la madrugada y contestarme al instante que estaba en internet buscando cajas!! Y que cada vez que nuestra industria ponía imposibles, me repetía “no desesperes, ya vamos a encontrar lo que buscamos, no nos vamos a conformar”. Por eso y miles de detalles, ella se lleva todo mi agradecimiento en este proyecto.
Una vez que todo eso quedó en sus manos llegó el momento de sumar a mi otra mitad, sabía que, si esto salía a la luz, solo iba a ser de su mano. Nos juntamos, hablamos y la invité a ser parte, le dije literalmente que esto iba a ser posible solo si ella se sumaba, si no, quedaría como un hobbie hermoso para toda la vida. Hoy lo pienso y fue casi como una propuesta matrimonial! Ella aceptó y desde ese instante supimos, cómo siempre, que parte le tocaba a cada una. Siempre fue así, en la vida. Nos complementamos, nos acompañamos, nos cuidamos y aprendemos juntas.
Eso es trabajar con flor, es confianza ciega, es tomar mil mates y divertirnos mientras trabajamos, es saber que cada una está ocupándose al 100% de lo que tiene que hacer. Por último, llegó Ezequiel, Chento, mi mano derecha en el taller, silencioso, tranquilo, preciso y prolijo. Él es parte de nuestra familia y también tuve la suerte de que aceptara estar en el equipo. Él es parte fundamental, sin él, ¡no hay manos que aguanten!
En todo este camino estuve acompañada de mi familia, Abel mi compañero, Guille mi hija y musa inspiradora y Coco que a su manera me acompaña y convierte el taller en una juguetería. Ellos fueron los primeros en ver mis piezas, los que me alentaron a dar el paso, incondicionales. También mis amigas, mis hermanas, mi mamá, mi papá y mi hermano que a su vez eran los conejillos de este mundo, probándose, y usando las piezas, ayudándome a mejorar. Ellos usaban Cala cuando ni siquiera se llamaba así, pero eso es otra historia.
Gracias, los amo.